Me sentí acalorada solo de la idea, pero acepté. Todas festejaron cuando me animé a hacerlo. Mi amiga me dijo los pasos que había que seguir. Mi intención era hacerlo sola cuando ellas se fueran, pero insistieron en que querían estar presente, porque temía que me arrepintiera. Ciertamente, creo que si se hubiesen ido no lo habría hecho. La presión de tenerlas esperando a que lo haga me hizo obligarme a mí misma a efectuarlo. Puse en práctica los pasos, y preparé el agua de calzón.
—Mañana, colocas un pequeño chorro de esto en su café, y estará detrás de ti como un perro —me sonrió mi amiga.
Estaba muy emocionada por ver los resultados. A pesar de mi edad, me sentía como una adolescente traviesa. Siempre fui una chica muy correcta, y para alguien como yo hacer algo como esto me hacía sentir super rebelde...
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