Así fue como mi relación se fue deteriorando poco a poco. Las discusiones eran parte del día a día. Vivíamos a los gritos con mi novio. Cualquier evento era suficiente para comenzar con una discusión. Tras esto, mi salud empezó a empeorar. Perdía el apetito, o lo poco que comía lo devolvía al baño. En un inicio, uno asocia que estos malestares se deben a los nervios, porque así lo entendí yo. Pero lejos de eso, era la brujería que me estaba haciendo mi cuñada, y no me di cuenta hasta que...
🔴La PROMESA del DIABLO | HISTORIAS DE TERROR de ENCUENTROS CON EL MALIGNO
Hubo una ocasión que mi padre estaba en cama por un dolor en la espalda. Apenas podía caminar. Era sábado, y me pidió por favor que me encargara de cocinar. Le dije que sí, pero para Corcho no. Mi padre lanzó una expresión sin igual, como si le estuviera robando o traicionando. Me exigió que me callara y que cocinara para tres. No le contesté, y lo ignoré. En ese momento, la puerta sonó. Yo, todo un rebelde a la orden de mi padre, abrí la puerta para ver a Corcho, pero le dije que mi padre no estaba y le cerré la puerta en la cara. Regresé a la sala, y tenía a Corcho sentado en la mesa. Parecía un truco de magia. Me observaba sonriente, como si fuese...
❌Sufrí El ATAQUE de un SUCUBO | HISTORIAS DE TERROR
De un mes al otro, Roberto no era nada de lo que era antes. Adelgazó quedando a los huesos, la ropa le quedaba holgada, y caminaba con lentitud. Su aspecto era enfermizo, y en cuanto lo vi así, la empatía de mi parte actúo al instante. Me acerqué a él preocupado por su condición, le pregunté por su salud y me contó que iba de mal en peor. Me habló de que todo comenzó con una anemia sin razón aparente. A pesar de comer bien, su peso fue bajando. Sufría de mareos y en sus análisis todos los indicadores le daban negativo. Baja azúcar, hierro, plaquetas, todo mal. Pensaron que tenía alguna enfermedad autoinmune, pero no encontraron nada. Le realizaron análisis de sangre, orina, pruebas para encontrar cáncer, virus, e incluso algún parásito. Nada. Para la ciencia, no había una explicación a su malestar. Solo estaba débil y ya.
Traté de estar pendiente de Roberto, ya que, casi no tenía familia que lo acompañara. No es que me llevara bien con él o que fuésemos grandes amigos, pero ver a un sujeto tan grande, tan fuerte, ser tan golpeado por la vida, fue como si ese golpe me llegara a mí. Roberto, para mí, era como un titán que no merecía estar tan débil y que debía de recuperar su lugar.
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