Así fue como mi relación se fue deteriorando poco a poco. Las discusiones eran parte del día a día. Vivíamos a los gritos con mi novio. Cualquier evento era suficiente para comenzar con una discusión. Tras esto, mi salud empezó a empeorar. Perdía el apetito, o lo poco que comía lo devolvía al baño. En un inicio, uno asocia que estos malestares se deben a los nervios, porque así lo entendí yo. Pero lejos de eso, era la brujería que me estaba haciendo mi cuñada, y no me di cuenta hasta que...
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