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HISTORIAS DE BRUJERÍA REAL | MI SUEGRA intentó SEPARARME DE MI ESPOSO | EVD

Hubo un día que llegué de realizar las compras. Le conté sobre las cosas que compré y la cena que tenía pensado en la noche, pero me respondió mal. Como si lo que le dijera fuera un error. —¿Por qué me hablas así? —dije. Comencé a llorar, ya no lo soportaba. Ramiro me observó a los ojos con una expresión colérica. De pronto, de un león pasó a ser gatito. —No sé —dijo. Ramiro me abrazó pidiendo perdón, dijo que no sabía por qué estaba tan enojado conmigo. Con calma, usé las mejores palabras que pude para hacerle entender que solo quería lo mejor para él, pero que en cada ocasión que abría la boca recibía una agresión de su parte. Nunca fue así conmigo, y nunca fue así con nadie. —¿Qué es lo que te molesta de mí? —pregunté. —No sé. A veces siento que quiero salir corriendo, pero no sé por qué —dijo mi esposo. Terminamos con una tarde algo extraña. Ninguno se atrevía a decir palabra alguna. Fue un silencio realmente incómodo. Al otro día





PACTOS CON EL DIABLO 🔴 EL DIABLO me salvó y me ofreció UN PACTO | EVD

—Mijo, las armas las carga el diablo —dijo el hombre.
Jamás olvidaré su voz densa y profunda. Parecía locutor de radio.
Entre ambos ladrones se observaron, y uno de ellos apurado atacó al hombre con un culatazo en la frente. Se escuchó el sonido seco del impacto contra el hueso, pero el hombre estaba allí, inmutable como una estatua. Como si el golpe fuese regresado a su agresor, el ladrón se desplomó.





Historias REALES de BRUJERÍA entre PAREJAS 🔴 AMORES QUE AHORCAN | EVD

Mi novia me arrojó varias cosas, y llegó a provocarme un corte por un jarrón que rompió en mi hombro. Decidido a poner fin a ese calvario, tomé lo esencial para salir de aquella casa. A pesar de la pelea, ella no quería que me fuera. No me pidió que me quedara, me lo ordenó, como si yo fuese de su propiedad.
—Vete, pero vas a regresar de todas maneras —dijo ella con una seguridad tan grande, como si supiera que lo iba a hacer.
En efecto. Me fui a la casa a de mi hermano y debí de regresar a los dos días como si nada hubiese pasado. De esa manera, entramos en una rutina, en la que cada cierto tiempo era de discutir e irme de casa. La tercera vez que lo hice, fue que me percaté de algo que, si bien sucedió en las dos ocasiones anteriores, hasta que no fue más grave, no me di cuenta. Cada vez que me iba de casa me faltaba el aire. No hablo de una sensación de angustia o tristeza. Literalmente sufría de problemas respiratorios. Con cada nueva discusión, y cada vez que la dejaba...