LA SANTA MUERTE SE LLEVÓ A MI ESPOSO ABUSADOR | HISTORIAS DE TERROR
Dolida, solo podía maldecir a aquel desgraciado que la dejó embarazada y desapareció sin dejar rastro alguno. Yo siempre fui muy devota a La Santa Muerte. Le tenía mucho respeto, y le pedía favores a mi niña blanca, pero solo cuando era muy necesario. Una noche, mientras mi esposo dormía, fui al pequeño altar que tenía y encendí una vela. Dejé unas frutas como ofrenda y le pedí mi favor. Intenté ser lo menos vengativa posible, pero el dolor que tenía dentro me lo tenía que sacar de alguna manera.
—Quiero que el sujeto que dejó embarazada a mi hija lo pague —le pedí —. Que lo pague bajo tu juicio, pero que no se quede como si nada hubiese pasado. Que tenga lo que merece.
LE HICE UN AMARRE A UNA TRABAJADORA DE LA NOCHE
Salí de aquel hogar sin resultados, solo con un número de teléfono. Al llamar, escucho una voz rasposa, muy rasposa, casi afónica. Parecía tener una lija en la garganta. Le dije quién me dio el número y el motivo, y me indicó la dirección de su hogar. Al llegar, sentí escalofríos, parecía un templo más que una casa. Una señora morena quien se hacía conocer como “La Cubana” me recibió. Comprendí por qué su voz tan afónica. “La Cubana” fumaba de un gran habano más grande que su propia mano. Me invitó a pasar y le expliqué mi pedido. Le dije que quería amarrar a Carla, y no tuve vergüenza alguna explicar su profesión y que quería de ella. “La Cubana” expresó una risa curiosa, como si mi idea le causase gracia. Pero a su vez, parecía aprobarla, o más bien darle intriga. Aceptó hacer el amarre, aunque...