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EL TIMBRE QUE SUENA SOLO (HISTORIAS DE TERROR)

EL TIMBRE QUE SUENA SOLO (HISTORIAS DE TERROR)



Antes de la cena, minutos antes de las 22:00 me fui hasta la puerta esperando que sonara el timbre. Prendí un cigarrillo mientras controlaba los minutos, y allí lo vi. En el medio de la calle, un niño de cabello dorado con sonrisa traviesa, me observaba de manera alegre. Parecía un niño como cualquiera, pero era su vestimenta lo que resaltaba. Usaba unos pantaloncillos cortos y una remera de esas viejas como la ropa que yo usaba de niño. Para describirlo mejor, aquel niño parecía escaparse de una fotografía de hace 20 años. Intenté llamarlo, pero al abrir mi boca las palabras no me salían. Aunque no lo crean, fue un pequeño lapso donde me olvidé como hablar. Un coche pasó por la calle, y cuando pensé que lo iba a chocar, simplemente el niño se desvaneció...




EL QUEMADO (HISTORIAS DE TERROR REALES)

EL QUEMADO (HISTORIAS DE TERROR REALES)



Allí cobró más fuerza la leyenda, y muchos comenzaron a afirmar que en esa cama es donde el quemado falleció. Sumado a eso, las quejas de los pacientes se volvieron más notorias e intensas. Ya la situación comenzó a incomodarme, haciéndome sospechar que verdaderamente se escuchaba el quejido del quemado. Todo se volvió peor la noche que lo escuché. Entré en la sala a las 3 AM a controlar a un paciente. Mientras lo revisaba, escuché claramente un gemido abrumador. Intenté buscar su procedencia, lo extraño fue que se escuchó desde la camilla del paciente que estaba atendiendo, pero no fue él. Al contrario, este me preguntó si lo escuché. Un escalofrío invadió mi cuerpo mientras buscaba que responder. Observé hacia todas partes sin entender qué pasaba...



Tuve $3X0 EN UN CEMENTERIO Y ALGO ATERRADOR ME SUCEDIO 🔴 Relatos EVD




DOÑA ROSA Y LA SANTA MUERTE | HISTORIAS DE TERROR DE LA SANTA MUERTE

DOÑA ROSA Y LA SANTA MUERTE


El hogar se convirtió en un silencio tenso. Las risas y las alegrías desaparecieron por completo. Mi padre trataba de estar alerta a los robos, pero no era algo fácil. Cada cierto día, nos faltaba más maíz, y a veces encontrábamos algunas plantas destruidas. Parecía maldad. De mi parte, solo pensaba en mudarme a otra ciudad y probar suerte, porque ya nos veíamos a todos en la calle. Desconsolada, rezaba todos los días rogando por un milagro. Mi familia era muy católica, renegaban de La Santa Muerte, pero varios de mis conocidos que eran devotos a ella presumían sus hazañas. Le tenía mucho respeto, pero no me imaginaba pidiéndole algo. Cuando el tiempo fue pasando y la situación se volvió cada vez más extrema, no me quedó más que recurrir a ella. Llegué a un pequeño altar, Humilde, pero hecho con cariño...