Tras una gran discusión en casa, Sofía tomó algunas cosas en su mochila y dijo irse a vivir con su novio. Fue cuando nos enteramos de que tenía una relación con un fulano del que nunca nos enteramos. No la dejamos salir hasta que nos diera explicaciones, pero comenzó a gritar como si la estuviéramos torturando. Debimos dejarla ir para evitar más problemas. Pero, decidí seguirla. Mi esposa lloraba desconsolada, yo fui por el carro y aguardé a que el taxímetro que solicitó Sofía la levantara. Ni siquiera se dio cuenta de que la seguí. A tan solo 5 kilómetros de casa ella bajó, la esperé a que se dirigiera a una casa, y cuando tocó la puerta fui tras ella. Al abrir la puerta salió la última persona que pensé que vería en mi vida. Daniel. Mi hija lo besó y lo abrazó. Ni bien los vi, grité el nombre de mi hermano. Sofía quedó pálida del susto, Daniel no podía creer que yo estuviera allí. Me lancé hacia él para atacarlo, le propiné con un puñetazo en su rostro, pero no fue nada para él...
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