En casa, mi tía tenía dolores de cabeza a diario que le impedía realizar sus actividades con normalidad. Si bien no se sentía tan mal como yo, se dio cuenta de que esto no era una coincidencia. Fue ella quien lo atribuyó a mi madre y que nos estuviese embrujando. Con un amigo de mi tía que es santero, estudió nuestro caso confirmando que mi madre nos estaba atacando con brujería. Sus ataques estaban dirigidos a mí, y por cercanía también pagaba mi tía. Sabía que mi madre no me quería, pero jamás imaginé que llegara a ese punto. El santero prometió cortar con todo tipo de trabajo, pero que debía de estar lista por si mi madre atacaba de nuevo. Según el santero, no quería eliminarme, solo quería
Historias de BRUJERÍA Real 🔴 BRUJERÍA Y VENGANZA la Combinación más Esca...
Sofía llegó angustiada temiendo que algo le hubiese pasado a la niña. La veía desgastada, cansada, ojerosa. Intenté decirle de la sombra, pero no me atreví. Sofía llegó por el sonido de mi caída, pero aquella situación quedó en nada. A los minutos salí de casa para ver a Daniela con su madre y la mía. Las tres me observaron de manera despectiva. Cuando intercambié miradas con Daniela fue la señal. Sentí un fuerte dolor de cabeza, como si una prensa me la estuviera por hacer estallar. Creí que era por la envidia de Daniela, pero luego descubrí...
HISTORIAS DE BRUJERÍA REAL | MI SUEGRA intentó SEPARARME DE MI ESPOSO | EVD
PACTOS CON EL DIABLO 🔴 EL DIABLO me salvó y me ofreció UN PACTO | EVD
—Mijo, las armas las carga el diablo —dijo el hombre.
Jamás olvidaré su voz densa y profunda. Parecía locutor de radio.
Entre ambos ladrones se observaron, y uno de ellos apurado atacó al hombre con un culatazo en la frente. Se escuchó el sonido seco del impacto contra el hueso, pero el hombre estaba allí, inmutable como una estatua. Como si el golpe fuese regresado a su agresor, el ladrón se desplomó.
Historias REALES de BRUJERÍA entre PAREJAS 🔴 AMORES QUE AHORCAN | EVD
Mi novia me arrojó varias cosas, y llegó a provocarme un corte por un jarrón que rompió en mi hombro. Decidido a poner fin a ese calvario, tomé lo esencial para salir de aquella casa. A pesar de la pelea, ella no quería que me fuera. No me pidió que me quedara, me lo ordenó, como si yo fuese de su propiedad.
—Vete, pero vas a regresar de todas maneras —dijo ella con una seguridad tan grande, como si supiera que lo iba a hacer.
En efecto. Me fui a la casa a de mi hermano y debí de regresar a los dos días como si nada hubiese pasado. De esa manera, entramos en una rutina, en la que cada cierto tiempo era de discutir e irme de casa. La tercera vez que lo hice, fue que me percaté de algo que, si bien sucedió en las dos ocasiones anteriores, hasta que no fue más grave, no me di cuenta. Cada vez que me iba de casa me faltaba el aire. No hablo de una sensación de angustia o tristeza. Literalmente sufría de problemas respiratorios. Con cada nueva discusión, y cada vez que la dejaba...