Me obsesioné buscando respuestas. Y entre tantas vueltas que di terminé con una adivina. Yo no lo encontré a ella. Ella me encontró a mí. Según explicó esta mujer, cuando me vio me sintió perturbada. Primero creí que era alguna clase de estafadora, porque lo de perturbada sé que se me notaba en la cara. Pero, en fin, decidí darle una oportunidad. La mujer tomó mi mano y deslizó sus dedos sobre la palma.
Lo primero que dijo es que estaba de duelo. Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo cuando lo mencionó. Preguntó si se trataba de...
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