La tensión aumentó en el pueblo con extraños casos de niños convulsionando. En cuestión de un mes, niños de entre tres a cinco años sufrieron algo parecido a un episodio de epilepsia sin razón alguna. El primer caso fue algo casual, el segundo llamó la atención, pero el tercero en tan solo una semana, prendieron las alarmas que de alguna manera era culpa del sacerdote. No sé si fue superstición colectiva, pero toda desgracia que pasara en el pueblo lo atribuían a él. Algunos decían que perdió la fe a Dios por ciertos comentarios que hacía cuestionando la biblia. Otros, afirmaron que hizo un pacto con el diablo por despecho a raíz de la muerte de su hermana. Intenté defenderlo ante los comentarios maliciosos que lo rodeaban, pero a veces era difícil. Recuerdo que fueron unos meses complicados. Uno de los negocios más importantes del pueblo quebró, dos recién nacidos fallecieron antes de cumplir el mes...
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