Mi novia me arroj贸 varias cosas, y lleg贸 a provocarme un corte por un jarr贸n que rompi贸 en mi hombro. Decidido a poner fin a ese calvario, tom茅 lo esencial para salir de aquella casa. A pesar de la pelea, ella no quer铆a que me fuera. No me pidi贸 que me quedara, me lo orden贸, como si yo fuese de su propiedad.
—Vete, pero vas a regresar de todas maneras —dijo ella con una seguridad tan grande, como si supiera que lo iba a hacer.
En efecto. Me fui a la casa a de mi hermano y deb铆 de regresar a los dos d铆as como si nada hubiese pasado. De esa manera, entramos en una rutina, en la que cada cierto tiempo era de discutir e irme de casa. La tercera vez que lo hice, fue que me percat茅 de algo que, si bien sucedi贸 en las dos ocasiones anteriores, hasta que no fue m谩s grave, no me di cuenta. Cada vez que me iba de casa me faltaba el aire. No hablo de una sensaci贸n de angustia o tristeza. Literalmente sufr铆a de problemas respiratorios. Con cada nueva discusi贸n, y cada vez que la dejaba...
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