Pas茅 toda una tarde de nervios. Me sent铆a observado constantemente como si no estuviera solo en mi casa. Aquella casa ya no parec铆a m铆a, me sent铆a un extra帽o bajo mi propio techo. En la noche, el timbre son贸, y antes de salir a abrir escuch茅 algo golpearse dentro de mi casa. Fue el mismo sonido que escuch茅 en aquel hogar abandonado, y aquello me llev贸 a ese d铆a, a ese momento que hice el amarre. Al abrir la puerta estaba ella, era Claudia. Sus ojos estaban enrojecidos por el llanto, me abraz贸 y me pidi贸 perd贸n. No quer铆a dejarla entrar, pero sin darme cuenta se lo permit铆. Al momento de abrazarla...
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