—No me temas, prometà a tu abuela que te protegerÃa —dijo ella.
La mujer caminó lentamente hacia la tumba de mi abuela, se quedó observándola sin decir ni hacer nada. Mi madre me habló, ya que me notó extraño, me preguntó si me sentÃa bien. Le respondà que sà y traté de ignorarla, querÃa seguir observando a esa mujer. Me acerqué a ella con discreción, pero me realizó una señal de alto. Su mirada se tornó sombrÃa, y pude apreciar como poco a poco su piel se fue pegando a los huesos como si esta se resecara. Los ojos se le oscurecieron, y en un pestañeo su cara era una calavera. Imaginé que se molestó conmigo por insistir, asà que me di media vuelta y comencé a alejarme. Luego comencé a trotar sin importar que me estuvieran observando, solo querÃa salir de allà cuanto antes.
Fuera de la funeraria me sentà mejor al respirar aire fresco. La idea de tener a La Santa Muerte conmigo me daba pánico. Pero decidà tomar valor y confiar en mi abuela. Regresé al funeral, pero no vi más a La Santa Muerte...
No hay comentarios:
Publicar un comentario